Los comerciantes de la rica Hong Kong empiezan a notar los efectos de las protestas en las calles para mantener la democracia respecto a China. Desde el domingo, los transportes están perturbados y las tiendas de moda cerradas en plena semana turística en el continente. Se trata de las fiestas chinas cada primera semana de octubre. El turismo y el comercio representan el diez por ciento del Producto Interior Bruto de este territorio.
Pero el mayor peligro para la excolonia británica es que pierda su estatus de plaza financiera internacional si los inversores temen por la estabilidad política y de derecho. La plaza hongkonesa se considera la tercera mundial en eficacia, tras Nueva York y Londres. El banco HSBC, el operador China Mobile y la energética PetroChina cotizan en este parqué, importante también para los intereses chinos.
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