Dilma Rousseff ha renovado su mandato al frente de Brasil para los próximos cuatro años. De su gestión depende el bienestar de más de 200 millones de brasileños y la proyección del país más grande de Latinoamérica sobre el resto de la región.
Para la reelecta mandataria el principal reto está en la reactivación de la economía. El actual crecimiento del 1,6 por ciento es claramente insuficiente para Brasil, que todavía tiene por delante la inclusión de millones de personas en la clase media y la modernización del país. El otro gran desafío es la división política.
Tras conseguir la victoria más estrecha del Partido de los Trabajadores desde 2002, no solo deberá gestionar una amplia y heterogénea coalición, más débil que en su anterior cuatrienio, sino que, además, tendrá un fuerte frente opositor con el tradicional Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB, ahora encabezado por Aécio Neves, el renovado Partido Verde en torno a Marina Silva e incluso con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB, ante puntuales desacuerdos.
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